A los pies de la montaña sagrada de Gebel Barkal, Tutmosis III fundó la
ciudad de Napata, a la que actualmente conocemos con el nombre de Karima.
Los mayoría de los reyes nubios de este período fueron enterrados en la
necrópolis de El Kurru, a unos 12
kilómetros de la montaña pura. Posiblemente el único que no descansa en El
Kurru es Taharqa, que fue enterrado en una pirámide en la necrópolis real de Nuri, que sustituyó a la de El Kurru, más cerca de
Napata y al otro lado del Nilo.
En la actualidad se pueden visitar dos tumbas en la necrópolis de El Kurru,
cuyas pinturas se mantienen en un excelente estado de conservación, que son las
del faraón Tanwetamani (Tanutamón) y la
de su madre Qalhata.
Inicialmente los nubios enterraban a sus reyes en túmulos pero a mediados
del siglo VIII a.C., con Pianki, se instituyó un sistema similar al egipcio con
túmulos convertidos en pirámides.
La necrópolis real de Nuri la integran alrededor de sesenta pirámides, de las
cuales una veintena larga corresponden a los soberanos napatienses. La mayor de ellas pertenece al faraón de la XXV dinastía, Taharqa.