jueves, 2 de mayo de 2013

Un accidente afortunado


Domingo, 7 de abril de 2013. Habíamos dado un paseo por el mercado de Omdurman, la primitiva capital de Sudán, después vimos el mausoleo del libertador Al Mahdi y la casa del califa. Paramos a comer en un sitio de carretera, antes de introducirnos en el Western Desert camino de Old Dongola, donde íbamos a pasar la noche en medio de las dunas. Sin previo aviso el coche empezó a dar bandazos. En vez de amainar, se acentuaron con rapidez. Me dio el tiempo justo de sacar la cámara. Con la primera vuelta de campana me vinieron a la cabeza esas fotos conocidas y criticadas por oportunistas, en las que todos pensamos que el fotógrafo debería de preocuparse por ayudar en vez de recrearse en la desgracia que presencia. Al iniciar la segunda voltereta no pude evitar apretar el disparador. 
El cocinero tenía un corte aparatoso en el brazo. El estado de los dos norteamericanos, Vassi y Bárbara, preocupante. Dificultad para hablar, gesto amargo y expresiones cargadas de dolor. Ni moverse. Por suerte el hospital está cerca. Los demás nos quedamos allí, en medio del sol, atontados, tratando de digerir la nueva situación a la sombra de una acacia espinosa. Tensión, muchas dudas, cambio de planes, reorganización y vuelta a Khartoum. 
Cuando por la noche los vimos de nuevo, magullados pero enteros, nadie les preguntó cómo estaban. Estaban allí. Era suficiente. ¡Felicidades! 

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